viernes, 14 de febrero de 2014

CONSUELO

El cielo está contenido.
La tarde lo mira y se pone melancólica.
El cielo tiene un color pálido, como de enfermedad.
El cielo debería derrumbarse,
debería dejarse llover.
Lleva demasiado tiempo conteniéndose
y quizás es por eso
que tiene un color pálido, como de enfermedad
y quizás es por eso
que la tarde se ha puesto melancólica.
Ansío la lluvia y ansío tus manos.
Como la tarde tengo mi melancolía,
nace de mis ojos cuando miran y no encuentran tu figura.
Me consolará este cielo tan contenido,
con su color pálido, como de enfermedad,
así luce mi corazón cuando mis ojos miran y no te encuentran.
Cielo que quiere llover y no puede.
¿Acaso sienta vergüenza?
¿Acaso tema que la tierra le rechace?
Cielo que quiere llover y no puede.
Boca que quiere hablar y no puede.
¿Acaso sienta miedo?
¿Acaso tema la fragilidad del amor?
La lluvia moja mi melancolía y la arrastra con la tierra
mas tus manos hacen de ella una huella evanescente.
Si miro fija la lluvia caer
pierde toda lógica esa danza de lágrimass
y el mundo adquiere un cariz mágico
y el aire huele a infancia.
Si miro fija tus manos
el mundo pierde su lógica
y ellas al moverse alumbran una sierpe de sueños
que mis ojos siguen hasta vaciarse en ellos.
No cabe el pasado en un corazón
                                              si amarra tu voz.
No cabe la melancolía en un alma
                                              si mira tus manos.

Vesper

domingo, 2 de febrero de 2014


DESTINO

Hay una fuerza que te empuja
que acaso lleve mi nombre.
Acaso lleve ni nombre
cuando las horas se te llenan de espinas.
Al cielo dejaré sin luna
y con ese alfiler
prenderé tu boca en mi pelo,
y en tu aliento de parca
hallaré consuelo, cuando
corolas verdes sean tus horas
y la fuerza que te empuje
sólo nombre a tu destino.


Vesper.

lunes, 27 de enero de 2014






Alfileres



Hay dos silencios en mi vida:

 El que engarza tu desnudo cuerpo
con el mío, y qué no es más
que el rumor de nuestras almas.

El que me viola una vez,
y otra,
y otra,
cuando los ojos se me llenan de esparto
y llaman verdugo al espejo.
Vesper.

viernes, 24 de enero de 2014




"Cuando mi corazón de niño ningún rasguño había sufrido"
Yeats.

¿Oyes? Son los heraldos del invierno, han partido desde cenicientas latitudes, cabalgando en el envés de tu voz. Dejas caer los párpados, el viento ensucia la calle y barre el polvo que no se posará más sobre nosotros. Que caiga sobre ti la maldición de Casandra,  no querré creerte cuando el vigor arraigue en tu garganta diciendo “ Aún eres una niña, pronto me olvidarás. Tranquila, ahora has de crecer, este amor ya se secará”.

Vesper.

lunes, 13 de enero de 2014



EL VIAJE
Esperar tu llegada, a media tarde,
es cien veces más hermoso
que verte llegar al caer la noche.
Mi cuerpo se revuelve sin ti.
y parece que te escriba salmos entre las sábanas.
Y antes de que llegues 
debo olvidarlo y sacudir el tiempo
en que no te tuve
y creerme que no ha existido.
Abro los balcones para que entre el viento
para que el frío queme mis recuerdos
y al llegar no me encuentres tan llena de ti.
Luego salgo y apoyada en la baranda
enciendo un cigarro,
y me lo fumo para el mundo
delante de él, y así recuerdo que ahí está,
que antes de ti, también estuvo,
que si algún día decidieras no llegar
ahí estará, el mundo.
Y hago un supremo esfuerzo
fervientemente recordando
que a pesar de ti, el mundo está.
Y así fumo.
Y así te espero.
Y así cojo frío.
Y así ese hombre de ahí abajo...
Para ti escojo el vestido
que más te duela quitarme,
y debajo quedo desnuda
para que lo olvides pronto.
Y delante del espejo bailo
como nunca antes he bailado
redescubriendo ante él mi cuerpo
como si lo hiciera ante tus ojos.
Y ensayo una sonrisa,
una que nunca antes has visto,
una que de tan bella, nada diga.
Y es entonces, cuando tan entimismada estoy,
cuando té me sorprendes,
apareciendo silencioso y caminando despacio
como quién camina hacia sí mismo.
Y te quedas quieto,
tan inmóvil al borde de mi cuerpo.
Paciente, espero, solazándome con ese instante,
que es para ti más hermoso que tocarme,
cuando llevas al límite tu magna concupiscencia.
Y me sientes antes de tocarme.
Y me escuchas antes de tocarme.
Y me hueles antes de tocarme.
Y en imperceptible distancia
mantienes tan lejano tu cuerpo del mío.
Y así sigues enfureciendo el ansia antes de tocarme.
Y así sigues corrompiendo el deseo antes de tocarme.
Y así sigues hasta que mirarme de tan cruel se torna un suplicio
Y tu alma de rodillas cae gritándote: "¡Su piel o la vida!"
Y no es, ni será jamás,
otro instante sino ése,
en el que temblorosa, delicadamente
te atreves a quebrantar la rosa 
que para ti se ha abierto esta noche.
Y tu boca encuentra al fin mi piel
pero no sé dónde,
yo nunca sabré dónde.
Es sólo media tarde
yo sólo nos miro al espejo.

Vesper