martes, 17 de diciembre de 2013


"Me hablas con palabras, yo te miro con sentimientos"
Pierrot le feu
Espejos

Cómo hago mío este instante
de ansia y de nada
que pasa.
Y pasa.
Esta mañana lánguida en que
tu aliento empaña el cielo,
cuando me obligo a sentirme sola
para poder pensarte.
Este instante, aquel nosotros...
que pasa.
Y pasa.
Me aterra el vacío que ya
no se colma con tu ausencia,
me sobra aire, me faltan motivos.
Y cada vez es menos cruel
ese momento de la tarde
en que te echaba de menos.
Y sus caricias ya no me
hablan de las tuyas.
Y al desmayar mis pueriles párpados
que vergonzosos se esconden del beso,
ya no imaginan tu boca
corona de tu hermoso rostro,
al otro lado de la oscuridad.
Y aunque sus besos sean sólo
maquinaria del deseo,
y sean los míos sólo
producción en cadena de mis labios,
ya nada se interpone entre nosotros
la excitación palpitante acalla
el rescoldo del amor,
que acaso alguna vez se instalara entre nosotros,
porque ya no lo recuerdo.

Ya no recuerdo la suavidad
con que amansaba nuestros miedos,
en que leves movimientos envolvía
mi cuerpo junto al tuyo,
ni cómo con la calma
de quien se sabe eterno
enjugaba, tierno, los reproches.
Este instante en que no estás
ya se pasa.
Y pasa.
Ya no recuerdo con qué artimaña
persuadía a mi mano para que
se aupara, atravesando tanto aire
hasta alcanzar tu rostro.
Ya no recuerdo la explosión silenciosa,
que hacía vibrar al mundo
cuando dejabas caer tu rostro sobre ella,
ni qué nanas cantaba el cielo a esa cuna.
El vigor que le arranco al vacío
apenas consigue devolverme tus ojos.
Pero algo dentro de mí me dice
que al mirarnos,
se estremecían las flores,
se apagaba alguna estrella.
Este instante sin ti
ya no puedo acogerlo.
Este instante que pasa.
Y pasa.
Ya no recuerdo si alguna vez
tu boca encontró mi boca.
Ni que palabras pronunciabas
cuando agachaba, tímida, el rostro,
para que te mostrara su queda belleza.
Pero algo dentro de mi me dice
que al posar tan delicada, casi
dolorosamente
tus tibios labios en el lecho de mi boca,
mi  vida y yo quedábamos a ti engarzados,
y entre mis manos poseía el milagro
de saber  para qué vine al mundo.
Pero este instante ahora pasa,
y pasa,
y no encuentro motivos 
para hacer mía la ausencia.
Ya, ni tus deseos,
ni tú.
En este instante no lo recuerdo,
este instante que pasa 
porque no sabe ya 
cómo echarte de menos.
Y pasa.

Vesper

martes, 29 de octubre de 2013


ESPERANZAS DE PLÁSTICO

Cada noche vibra
en torno mío
el silencio que linda
entre tú y yo.
Arresto, entonces, mis ojos
obligándolos al sueño.
Tentativa de olvidar
el sigilo de una boca que,
pronunciaba mi nombre
esculpiendo delicadamente,
cada sílaba, para no
romperlo, y una voz 
llenándolo con su vida,
envolviendo de deseo
sus lentas curvas.
Tentativa de olvidar 
que me llamabas
a tu lado.
A tu       lado.
Mis ojos me hacen trampas
sino te tengo,
y cuando los cierro
buscan dentro de mí,
me vuelven del revés
el alma, el corazón,
la mente y el olvido.
Te buscan y resurges
hermoso, aquellos días de invierno.
Y dentro de mi
estallan cohetes,
se encienden hogueras,
porque eres el rescoldo
de un amor auténtico,
y eso nadie puede robarlo.
Se abren las noches
y los días, con todo
aquello
que fue nuestro.
Yo me rindo.
A ti.
Ante ti.
Amor, yo me rindo.
Cédeme el olvido
que malgastas.
Dame tregua ya
o vuelve conmigo.
Aún hay promesas
que nunca hicimos.
Aún te encuentro
en mi.
Encuéntrame tú en ti.
Aunque sea en un dedo
o en una costilla.
Encuéntrame en ti.
Qué aún tenemos sueños
que prometernos.
Vesper



miércoles, 16 de octubre de 2013




El ansia

Aspiro yo en ti
a todo aquello
que las demás
-¡qué lerdas!-
desdeñan.
Date a mi,
con tu insoportable
sed de mártir.
Recoge para mi
los yerbajos del alma.
Dame de beber
los sinsabores,
las mentiras.
Agasájame
con sucias pasiones.
Yo, dueña
de la frialdad
de tu palabra,
del cruel silencio
que vacuo se engendra.
Resérvame el amor
que ni ama
ni es amante.
Ansío para mi
todos los delitos
de que es capaz
tu cuerpo.
Ámame con las sobras
del amor que pasó,
verdugo y víctima.
Por ti me vendo,
ámalas en mi.
Acaríciame
a golpes.
Arranquemos de un tirón
las sombras vacilantes
la desafiante luna
todos los romanticismos.
No más disfraces
no más trampas.
Carne y carne.
Corazón y corazón.
Mente y mente
que se brinden
solo las distancias.
Dame.
Dame.
Dame
el egoísmo que
recatas.
Dame lo que en ti
más detestas,
pero,
déjame
solo a mi
ser quien lo
reine.
Vesper

lunes, 7 de octubre de 2013

Sueño.
Sueño con un día
presunto
 como este nosotros.
Volverás a casa
sin ir de paso
a otros lugares.
Junto a mi o lejano
no conozco tu frontera.
¿Fui mujer antes de hallarte?
Tu cruenta ausencia
concibe tu figura,
delicada impunemente
la acomoda
 junto a mi.
Sueño.
Sueño con una noche
que por fin nos pueble.
Y habitar el tiempo será
 tarea inútil, impensable.
El aire que no respiras
me llena de ti.
Ansia de olvidar.
Olvidar a quien sin yo
quererlo, me nombra.
¿Acaso soy mujer ahora?
Sueño,
sueño con un día
improbable
en que esta vesania
de amor y nostalgias
con tu ausencia de presencias
silenciosa, tiernamente,
se vaya.
Vesper
TACTO PRENDIDO

Qué deleite eran las noches,
las estrechas horas de desvelo,
las taras escondidas en las sombras.

Aún abrigo el tacto obtuso 
de mi piel inaugurada por tus manos.
Aún el enigmático suicidio de los párpados
cuando acechaba el beso.

¿De qué sirvió la ambivalencia
que no pudo impedir el crimen?
Pudiendo tu cuerpo del mío
destilar toda inocencia.

Con cada roce de tu piel
caía una mentira.
La humedad de tu boca deshizo
lentamente, todas las dudas,
y en mi renacieron bajo el cariz
de una verdad harto tiempo codiciada.

Y en tus brazos de hombre juicioso,
bajo tus piernas versadas en sábanas,
entre el vaivén de tu sexo,
me dejé ufana morir hasta el éxtasis.
Resurgiendo nueva con fémina naturaleza.

¿Quién te nombró cancerbero 
de mi secreta concupiscencia?
¿Acaso yo en mi locura?
Locura de haberte amado,
siempre, hasta la hiel.

Por los resquicios de mi olvido
aún escapan aterrados
mis bisoños suspiros
tus gastados gemidos,
ambos amparados por las notas
de aquella canción,
siempre, nuestra.

¿Con qué saliva,
con qué esperma,
o quizás,
con qué improbables palabras,
con qué insólita ternura,
podría yo sepultar la noche blanca
que inflamó mi corazón?
Sino me atañen ya 
la honestidad de sus pasiones,
ni el inviolable amor que ofertan,
ni la inaudita admiración que profesan.

¿Qué me valen sus versos,
sus respetos, sus tentativas?
Si todo aquello que ambiciono
empieza y 
acaba
con el tacto de tu piel?

Vesper