miércoles, 16 de octubre de 2013




El ansia

Aspiro yo en ti
a todo aquello
que las demás
-¡qué lerdas!-
desdeñan.
Date a mi,
con tu insoportable
sed de mártir.
Recoge para mi
los yerbajos del alma.
Dame de beber
los sinsabores,
las mentiras.
Agasájame
con sucias pasiones.
Yo, dueña
de la frialdad
de tu palabra,
del cruel silencio
que vacuo se engendra.
Resérvame el amor
que ni ama
ni es amante.
Ansío para mi
todos los delitos
de que es capaz
tu cuerpo.
Ámame con las sobras
del amor que pasó,
verdugo y víctima.
Por ti me vendo,
ámalas en mi.
Acaríciame
a golpes.
Arranquemos de un tirón
las sombras vacilantes
la desafiante luna
todos los romanticismos.
No más disfraces
no más trampas.
Carne y carne.
Corazón y corazón.
Mente y mente
que se brinden
solo las distancias.
Dame.
Dame.
Dame
el egoísmo que
recatas.
Dame lo que en ti
más detestas,
pero,
déjame
solo a mi
ser quien lo
reine.
Vesper

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